jueves, 30 de abril de 2009

STABAT MATER - Pergolesi - Palau Música Valencia, 08/04/2009

EL PESAROSO, ÍNTIMO Y PROFUNDO ADIÓS PREMATURO DE UN GENIO

Por Ania Granjo


PROGRAMA: Joaquín García : ¡Ah del rebaño!; Noble, majestuosa; ¡Ay, que prodigio!
Soprano: Alexia Vázquez
Giovanni B. Pergolesi: STABAT MATER
Grupo Barroco Concertante
Soprano: Ana James; Mezzosoprano: Anna Pierard
Director: Juan Antonio Ramírez
Palau de la Música, Sala Rodrigo, 8 de abril de 2009.

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Nuevamente este reconocido saxofonista y joven director nos ha vuelto a sorprender con una producción original, exquisita y sublime. Su marcada conducción del reducido quinteto orquestal, sus clarísimas entradas a músicos y cantantes hizo la delicia de los presentes en la sala camerística y ganado, con ello, una justa y merecida ovación del público en reconocimiento a su labor artística desplegada en el escenario.

La primera parte del programa dedicada al compositor de Anna fue interpretada con cierta soltura y mera corrección por la soprano Alexia Vázquez que alcanzó las máximas cotas de expresividad y calidez vocal en el ¡Ay, prodigio!

La nota brillantísima, sin duda alguna, fue la interpretación del Stabat Mater del compositor de Pérgola, del que adquirió su apodo, Giovanni de Draghi, conocido por "Pergolesi" fallecido a los 26 años. Inicialmente concebida para dos castrati, cuerdas y bajo continuo en 1736, en esta ocasión fue ejecutada por cuarteto de cuerdas más órgano, soprano y mezzosoprano. Ambas cantantes hicieron un amplio derroche de belcantismo en sus respectivos registros a lo largo de toda la obra.
La soprano Ana James con un bellísimo vibrato ancho, sugerente, vibrante, transparente, a la par que elegante. Preciosa coloratura vocal, y de amplia proyección vocal logrando momentos de gran lirismo expresivo en sus registros más agudos. Por su parte, la mezzo Anna Pierard, logró conmovernos gracias a su tono lamentoso y fúnebre con que dotó el Fac ut portern .
Las diferentes tesituras vocales de ambas se ponían claramente de manifiesto en sus dúos marcadamente diferenciadores navegando entre la alegría chisporroteante de la soprano y la lamentación de la mezzo, gracia a su tono quejumbroso e íntimo, elevando, ambas, sus registros hasta conseguir cálidos contrastes, a modo de canto a la esperanza por la resurrección en el Inflammatus et accencus para finalizar la obra entonando el Gloria que anuncia el indiscutible cambio de tono del piano al forte y del diminuendo al crescendo para acabar, en señal de despedida de los corpóreo y terrenal en un <<Amén>> final en el Quando corpus.

Merecidísimo aplauso general en un interpretación donde la grandiosidad melódica, fluidez de las voces, estructura magistral sostenida por un reducido número de instrumentos, además del aire religioso que se respira por doquier, convierten a esta composición barroca en un canto de cisne a la Mater Dolorosa elevándola a las cimas de la música religiosa de todos los tiempos, a la altura de la belleza incomparable de la Misa en si menor de Bach.

Como bis, el quinteto musical acompañó a la mezzo en su interpretación de Ombra Mai Fu del compositor barroco Haëndel en una ejecución dulce, melodiosa, íntima, personal y de un lirismo envolvente que llenó la sala de penumbra e introspección.

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